Si eres opositor o aspiras a serlo, seguramente te habrás preguntado alguna vez por qué no puntúan igual todos los tribunales de oposiciones docentes. Esta es una cuestión que genera mucha incertidumbre e indignación entre los candidatos, que ven cómo sus esfuerzos y méritos no se valoran de la misma forma en función del tribunal que les toque. En este artículo vamos a intentar responder a estas y otras preguntas, analizando las causas y las consecuencias de la falta de homogeneidad en la evaluación de las oposiciones docentes.
En las últimas oposiciones docentes se produjeron numerosas reclamaciones por parte de los aspirantes que se sintieron perjudicados por el sistema de selección. En algunas Comunidades Autónomas, como Madrid, Castilla la Mancha, Andalucía o Canarias, el porcentaje de suspensos en la primera fase fue muy elevado. Esto provocó que muchas plazas quedaran desiertas en algunas especialidades, lo que generó una gran indignación entre los opositores.
¿A qué se debe esta situación? ¿Es justo el proceso de selección? ¿Qué se puede hacer para mejorar las posibilidades de aprobar? Vamos a analizar algunos de los factores que influyen en las oposiciones docentes y a dar algunos consejos para prepararlas mejor.
Los tribunales evaluadores
Uno de los aspectos más polémicos de las oposiciones docentes es la composición y el funcionamiento de los tribunales evaluadores. Estos están formados por funcionarios de los Cuerpos Docentes, que en muchos casos son elegidos por sorteo, salvo la presidencia, que suele recaer en un inspector o un director de centro designado por la Consejería de Educación.
Esto implica que no todos los tribunales tienen el mismo nivel de exigencia, motivación, dedicación o criterio a la hora de evaluar a los opositores. Además, hay que tener en cuenta que los tribunales tienen que corregir cientos de exámenes en un corto periodo de tiempo, lo que puede afectar a su objetividad y a su capacidad de atención. No es lo mismo corregir el primer examen que el último, ni hacerlo en junio que en julio, ni en horario laboral que en fin de semana.
Todo esto puede tener un impacto en el resultado de tu examen, sobre todo si el tribunal decide ser más estricto y dejar pasar a menos opositores a la segunda fase. Esto puede aliviar su carga de trabajo, pero también puede perjudicar a muchos aspirantes que podrían haber aprobado con otro tribunal. Por eso, es importante que tu examen destaque por su calidad y su originalidad, y que no se pierda entre la multitud de exámenes similares.
La primera fase: el tema escrito y el supuesto práctico
La primera fase de las oposiciones docentes consiste en dos pruebas: el desarrollo de un tema escrito y la resolución de un supuesto práctico. Ambas pruebas tienen que estar bien presentadas, con una letra clara y legible, un formato adecuado y una estructura coherente. También tienen que estar bien redactadas, con un lenguaje preciso, fluido y sin faltas de ortografía. Además, tienen que demostrar que dominas los contenidos del temario y que sabes aplicarlos a situaciones reales.
Muchos opositores cometen el error de no preparar bien el tema escrito, o de memorizarlo sin entenderlo, o de improvisar sobre la marcha, o de desviarse del tema. Esto hace que el tribunal no valore su trabajo, o que incluso lo descarte por no cumplir los requisitos mínimos. Por eso, es fundamental que estudies bien el temario, que lo entiendas, que lo adaptes a tu propia forma de expresarte y que lo recuerdes con facilidad. Para ello, puedes usar palabras clave, esquemas, mapas conceptuales o cualquier otro recurso que te ayude a memorizar y a organizar la información.
El supuesto práctico también requiere una buena preparación, ya que no solo hay que saber resolver el problema planteado, sino también justificar la solución elegida, argumentar las decisiones tomadas, relacionar los contenidos con el currículo y con la legislación vigente, y proponer medidas de mejora o de evaluación. Para ello, puedes consultar casos reales, ejemplos de buenas prácticas, recursos didácticos o bibliografía especializada. Así podrás enriquecer tu respuesta y demostrar que tienes competencias profesionales.
La segunda fase: la programación didáctica y la unidad didáctica
La segunda fase de las oposiciones docentes consiste en la presentación y defensa de una programación didáctica y de una unidad didáctica. Esta fase es la que suele marcar la diferencia entre los que consiguen la plaza y los que no, ya que es la que permite mostrar la capacidad de planificar, de innovar, de comunicar y de adaptarse a las necesidades del alumnado.
Muchos opositores caen en la tentación de comprar, copiar o compartir su programación didáctica, sin personalizarla ni adecuarla a su contexto, a su especialidad o a su estilo. Esto es un grave error, ya que el tribunal se da cuenta fácilmente y penaliza este tipo de actitudes. Por eso, es imprescindible que elabores tu propia programación didáctica, que la hagas original, creativa, coherente y realista, y que la expongas con seguridad, con entusiasmo y con recursos que capten la atención del tribunal.
La unidad didáctica también tiene que ser propia, y tiene que estar relacionada con la programación didáctica y con el currículo. Tiene que tener una secuencia lógica, unos objetivos claros, unas actividades variadas y motivadoras, unos criterios de evaluación y unos instrumentos de evaluación adecuados. Además, tiene que estar bien presentada, con un buen aspecto visual, con materiales atractivos y con una exposición dinámica y participativa.
Los criterios de corrección
Otro de los aspectos que generan controversia en las oposiciones docentes son los criterios de corrección que utiliza el tribunal para puntuar las pruebas. Estos criterios deberían ser públicos, transparentes y específicos, pero en muchas ocasiones se publican tarde, son ambiguos o son genéricos. Esto dificulta la preparación de los opositores, que no saben qué se espera de ellos ni cómo se va a valorar su trabajo.
Por eso, es conveniente que consultes los criterios de corrección de convocatorias anteriores, que te informes de las novedades que pueda haber, que preguntes a tu preparador o a otros opositores, y que intentes adaptarte a lo que se pide. También es importante que cuides las citas que utilizas, que cites correctamente las fuentes, que incluyas tu propia visión y que demuestres que tienes una línea de actuación coherente y fundamentada.
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